martes, 23 de junio de 2015

Frozen: cuando sobran las palabras


En este blog ya os he hablado de la gestión de conflictos y de cómo cada un@ de nosotr@s nos enfrentamos a ellos. Hoy me apetecía hacerlo sobre los que yo llamo “conflictos frozen”, los que se gestan a base de distancia, posturas forzadas y silencios aplastantes.

Si alguien a la vista del conflicto soterrado nos pregunta ¿qué es lo que sucede? no sabremos concretar.

En la relación con esa/s persona/s los pequeños agravios han ido acumulándose, resquebrajando la confianza y depositando capas de hielo sobre ella.

¡Eso sí! Nadie podrá decir qué es lo que se debe arreglar, cual es el conflicto real oculto; simplemente bajo una forzada capa de helada cordialidad se esconde un volcán de emociones tóxicas a punto de entrar en erupción que hacen irrecuperable la normalidad.

En el ámbito laboral, este tipo de conflicto crea una onda expansiva que acaba alcanzando al resto de miembros del equipo o colaboradores, quienes ante la presencia de los combatientes de guante blanco se sienten incómodos compartiendo ese ambiente helado.

Pero lo que realmente diferencia el conflicto frozen es que el paso del tiempo imposibilitará resolverlo mediante el diálogo. ¿Por qué? te preguntarás.

Ahí van 4 posibles respuestas:

 1.  Cómo hablar de lo que “no ha existido”. 

Aparentemente no ha sucedido nada, no existe una mala relación, ni palabras malsonantes, ni hechos concretos ni desavenencias por resolver. Simplemente hay distancia que puede confundirse con precaución, razón de piel, incompatibilidad…
 
 
2.   Cómo hablar de un problema del que desconozco su origen.
 

Las partes implicadas esperan conocer qué ha hecho al otro acortar la cercanía de antaño (partiendo siempre de la base de que es "el otro" el que se siente herido sin razón aparente y muchas veces, de manera honesta, se desconocen los motivos).
 

3.  Cómo hablar cuando la paranoia nubla la razón.
 

Cuando uno se esfuerza en mantener la calma y aparentar normalidad, difícilmente puede sentarse y poner fin a esa tempestad interna que lo está arrasando todo.

Sólo se sabe que hay que protegerse pero no contra qué, por lo que la duda de ¿estaré vendo fantasmas? planea constantemente en esos encuentros.

 
4.  Cómo hablar cuando no hay nada que decir.
 

No somos capaces de concretar, simplemente la relación se ha congelado, por múltiples motivos. El que no los reconozcamos no quiere decir que no existan.

Ante esta circunstancia ¿qué podemos reprochar sin recibir reproches?

 

Por eso, cuando aparece el conflicto frozen, sobran las palabras, tal vez porque las debimos utilizar antes, mucho antes de su aparición.

 
¿Qué opinas tú?

 

 

 

 
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