Convivir
con un Jefe de este tipo (Eneatipo 1) es complicado; si se sitúa en la franja
insana, en la zona más oscura de su personalidad puede convertirse en
castrador: aguantar controles exhaustivos, críticas feroces y ese perfeccionismo
extremo… viendo en su mirada como la bilis le llega a la garganta, y cómo haciendo
gala de un autocontrol que para sí lo hubiera querido RoboCop suelta con
aparente indulgencia cargada de ira soterrada “déjalo, lo has intentado, ahora me ocupo yo” que daña más, mucho más porque no deja espacio
para las explicaciones.
A
estos Jefes les adorna una cintura de mamut
que no les permite adaptarse al cambio, por pequeño, productivo y necesario que
este sea. Tienen que tener todo, absolutamente todo, bajo control; esa
sensación es lo que les “sostiene” tanto en el puesto (y no por mucho tiempo)
como en la vida.
Viscerales, sumisos y eficaces,
de haber podido decidir, hubieran elegido trabajar en la soledad más absoluta ya
que nadie hace las cosas mejor que ellos,
pero dado que la vida les ha planteado una prueba tan difícil -la de
coordinar un equipo de colaboradores- se comportará con ellos en el mejor de
los casos como Maestro Yoda, y en el peor anulando cualquier iniciativa y
autonomía.
1.
Fríos
como el hielo y rígidos como estacas.
Circulan por la oficina rectos, en tensión corporal constante, mirando el mundo
desde arriba, en la distancia. Parecen repeler las relaciones sociales como si
en vez de perfume o agua de colonia matutina, se hubieran puesto toneladas de
veneno contra las ratas molestas. “¿Y ahora qué?” Puede
que te pregunte el día en el que acudas a su despacho dos veces seguidas por un
asunto que os traéis entre manos.
2.
Abuelitos
cebolletas hasta el hartazgo. Está
bien aprender del líder, pero que te someta a sesiones de entrenamiento intenso
todos los días durante varias horas, recordando con sonrisa bobalicona los
tiempos en los que las cosas se hacían de otra manera, cómo resolvió cada asunto,
lo mucho que trabajó y cómo él solito sostuvo sobre sus hombros el peso de la
responsabilidad… en fin, a los 6 meses te saldrá por las orejas, lo notará y
verá en tu falta de escucha activa ausencia de fidelidad que no perdonará. Le
habrás decepcionado -lo que es relativamente fácil ya que sus expectativas son
muy altas, demasiado-pasarás a la lista de los irrecuperables y por tanto
prescindibles. Sabrás que formas parte de ella porque te volverás invisible
ante sus ojos, te mirará sin verte.
3.
Auténticos
embudos. “¿Delegación? pamplinas. Los
asuntos se delegan cuando encuentras a colaboradores entrenados, eficientes,
eficaces, brillantes, sin taras, sin dudas, sin fallos imperdonables”. Claro está, jamás encontrará a ese trabajador ideal, con lo que no
esperes que te permita mover un lápiz sin que te diga donde y cómo ponerlo.
4.
El/la hombre/mujer orquesta.
Tan pronto coordina una reunión o diseña un plan de negocio (para lo que
supuestamente le pagan) como “pica datos”, redacta cartas o pega sellos que es
justo para lo que te pagan a ti.
No
confía en su equipo porque teme los fallos que se puedan cometer (para ellos un
fallo no es una oportunidad de mejora, es una tragedia, un drama que les acerca
al abismo); además no los dimensiona, dando la misma importancia a un error ortográfico
que a un cálculo de ventas desajustado; por eso malgasta horas y horas revisando
una y otra vez los trabajos ajenos, llegando siempre a la misma conclusión “tardo menos haciéndolo yo”, retroalimentando así el círculo de control
extremo del que internamente desean liberarse pero que por desgracia no saben
cómo hacerlo.
Eficaces
puede, eficientes casi nunca.
Eso
sí, cuando el error existe, por muy gordo que sea, ¡tranquilo! nunca pondrán en marcha el ventilador para esparcir culpas;
será él, y únicamente él, el responsable de dicho error, asumiendo las
consecuencias externas que conlleve (y las internas de reproches por no haberlo
detectado a tiempo).
5. Todo en la vida lo soluciona con un
buen protocolo: desde procesos complejos,
a actividades y tareas sencillas y cotidianas; una vez definido lo aplicará
metódicamente para seleccionar a la empleada de hogar por horas, elegir dónde
ir de vacaciones con su familia en el año 2015, el contenido del menú semanal
que ha de ser equilibrado y ajustado a las calorías necesarias para cada
miembro de la familia, hacer la colada o divorciarse de su pareja.
Las
normas serán sus normas; la mejor manera de hacerlo la suya y ni se te ocurra
cuestionarlo, y mucho menos intentar negociar lo que para ellos es
innegociable: otros puntos de vista; ha llegado donde ha llegado gracias a su perseverancia,
a su tremenda capacidad de planificación, a su saber hacer y a ese “sexto
sentido” que le permite detectar incorrecciones en todo cuanto que les rodea
con una simple mirada.
6. Puntualidad, orden y eficacia. Si quieres ponerle cardiaco, ten la mesa
desordenada, tómate más de dos cafés al día o llega 2 minutos tarde a la
reunión de departamento, oirás chirriar sus dientes al apretar la mandíbula
mientras con sarcasmo te dice “al lavabo se va un poquito antes” o “te veo
bastante relajado, espero que tengas el informe terminado”.
7.
Primero
el deber y luego el placer. Los
momentos distendidos han de ser pocos, controlados y ganados a pulso tras
jornadas de trabajo duro. Sólo cuando todo esté concluido podréis relajaros,
mientras tanto a trabajar como máquinas que para eso se os paga.
8.
Bombas
de relojería a punto de estallar. Son
los eternos malhumorados y amargados de la oficina. No podría ser de otra manera.
Controlan tanto su ira (no está bien desmelenarse y perder el control) que les
roe por dentro. ¿Cómo te sentirías tú si tuvieras en tu cabeza una voz en off que
constantemente te susurrara “debes hacer esto”, “tendrías que” “primero has de” “no tienes
tiempo para”? Viven en una tensión y
ansiedad constantes, han de resolver tantas cosas prácticas que se olvidan de
lo más importante: de vivir.
Ahora según
el Eneagrama… ¿Por qué actúan así?
En
su infancia asumieron responsabilidades a una edad muy temprana, maduraron
rápido. Dejaron de ser niños aún siéndolo.
Ante
el mundo se volvieron independientes y despegados, protegiendo su interior, e
instalando en su mente un programa tremendamente dañino: “a todo el mundo le gustan las
cosas bellas, perfectas; si consigo hacer todo bien: sacar las mejores notas,
ser el más prudente, el más sensato, el hijo perfecto, el amigo perfecto, el alumno
perfecto.. no habrá ningún fallo en mí y así conseguiré que me acepten, que me
quieran”.
Pretendieron
que les quisieran por los resultados obtenidos, no por ellos mismos.
Encerrando
sus emociones, sentimientos y necesidades bajo siete llaves creyeron
protegerse. Saber que existen está bien, dejarse llevar por ellas es otra
historia; nada puede alejarles de la perfección del trabajo bien hecho, del
producto elaborado con esmero, porque eso será por lo que el resto del mundo les
elija como compañero, amigo, pareja, jefe o subordinado… ¡Cuantas expectativas no cumplidas!
Para
salvarse deberían volver a
reprogramar su mente y aceptar que esa búsqueda infructuosa de la perfección les
aleja de lo que realmente es importante: ¡VIVIR!
Es increible. Me pregunto como en pleno XXI dan la oportunidad a personas así de dirigir y lo que me parece aún más triste es que el resto lo permitamos. Pienso que igual de culpa tiene el maltratador como el que se deja maltratar, pero así es, les debe de dar mucho orgullo ver que su jefe los manipula y ellos se venden sin criterio propio. En fin el que habla al final es el bicho raro. Pues ¡¡que viva los bichos raros!!
ResponderEliminarHola Nube!
EliminarEs cierto lo que dices, pero aunque parezca mentira este tipo de "especimen" no es de los peores que te puedes encontrar.
Cuando descubrí el Eneagrama me di cuenta de que todos, absolutamente todos, tenemos miedo de algo, nos protegemos y construimos unas muletas con las que andar por la vida con mayor o menor fortuna. Lo importante es no caer en esa zona de sombras, las que minimizan tu verdadero potencial y las que sólo muestran al mundo lo peor de tí.
Por muy duro que parezca, cada uno de estos prototipos: el Jefe "Porque yo lo valgo", el Jefe "Hoy por tí y mañana por mí" y ahora el "Don Perfecto" y todos los que quedan por llegar, se protegen de algo, todos están descritos en la peor de las versiones posibles, las que como dices, acaban manipulando, haciendo daño o creando una corte de seguidores.
¿Te cuento un secreto?... Todos somos en mayor o menor medida bichos raros.
Gracias por compartir.
Un saludo,
A mi parecer este tipo de personas, el mayor problema que han tenido, es quizás la influencia de un Mediocre (como "trastorno") en la infancia, como un padre o una madre. Por experiencias cercanas estos tienden a infravalorar todo "talento" ajeno y aceptar como bien simplemente aquello que piden o que entra dentro de su percepción del mundo llevando a los hijos a buscar el afecto y la aprobación a traves de logros superficiales y metódicos siempre dentro de lo que el mediocre acepta como bueno, que en gran medida no es más que lo que el puede hacer o es.
ResponderEliminarEsta es mi opinión sobre el porqué puede ser, sobre esta clase de jefes no opino que soy un pasota, además de haber tenido suerte.
Gracias por aportar tu opinión Akiramaster.
EliminarSegún el Eneagrama, el eneatipo 1 (sea jefe, subordinado, emprendedor...) tiende al perfeccionismo (más o menos y de manera muy simplista para no enrollarme) porque en la infancia recibió el mensaje (explícito o entendido) que para ser querido tenía que ser "un niño modelo"; fueron niños que tuvieron que asumir dentro de su familia un rol de responsabilidad mayor que no les "tocaba" por edad. Maduraron rápido y sin red, o más bien tejieron la red ellos solitos. Asociaron que tener errores = ser malo, y continúan pensándolo en la etapa adulta.
Si algo he aprendido del Eneagrama, es que todos tenemos nuestras luces y nuestras sombras. Que está bien saber por qué actuamos de una determinada manera y por qué lo hacen los demás.
Un saludo,