Convivir
con un Jefe de este tipo (Eneatipo 1) es complicado; si se sitúa en la franja
insana, en la zona más oscura de su personalidad puede convertirse en
castrador: aguantar controles exhaustivos, críticas feroces y ese perfeccionismo
extremo… viendo en su mirada como la bilis le llega a la garganta, y cómo haciendo
gala de un autocontrol que para sí lo hubiera querido RoboCop suelta con
aparente indulgencia cargada de ira soterrada “déjalo, lo has intentado, ahora me ocupo yo” que daña más, mucho más porque no deja espacio
para las explicaciones.
A
estos Jefes les adorna una cintura de mamut
que no les permite adaptarse al cambio, por pequeño, productivo y necesario que
este sea. Tienen que tener todo, absolutamente todo, bajo control; esa
sensación es lo que les “sostiene” tanto en el puesto (y no por mucho tiempo)
como en la vida.
Viscerales, sumisos y eficaces,
de haber podido decidir, hubieran elegido trabajar en la soledad más absoluta ya
que nadie hace las cosas mejor que ellos,
pero dado que la vida les ha planteado una prueba tan difícil -la de
coordinar un equipo de colaboradores- se comportará con ellos en el mejor de
los casos como Maestro Yoda, y en el peor anulando cualquier iniciativa y
autonomía.