En
el anterior post trabajamos cómo identificar las emociones y sentimientos que nos genera
la recreación mental de un conflicto. Hoy seguiremos avanzando.
S 0 P P
S P A
Dirás…
“Hombre, reconocer que tengo un problema
es lo que me ha llevado a interesarme por la lectura de estos artículos, no me
vengas ahora con esto de identificar algo que es obvio”.
Cierto,
y el hecho de admitir su existencia ya es un gran paso. Pero para que sea efectivo tienes
que avanzar un poco más.
En
esta segunda etapa has de trabajar el problema una vez más –y eso es lo realmente
difícil- intentando ser objetivo.
Ahora
visualizas el conflicto como una bomba a punto de estallar; es posible que no
sepas exactamente cuando comenzó a gestarse, o creas que su origen es uno y no
otro; tal vez te sorprenda descubrir que comenzó mucho antes de lo que pensabas
o que tú, con aquella mirada, aquel silencio, aquella palabra, iniciaste la madeja
en la que hoy se ha convertido.
Por
eso es de suma importancia identificar el germen
del conflicto, qué, cuándo, cómo y quién lo originó,
sin buscar culpables.
Imagina
que estás viendo una película; repasa a cámara lenta el desarrollo del
conflicto; rebobina y pulsa el stop cuando
creas que has encontrado el punto inicial de fricción.
¿Qué
pasó?
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Anota
tus reflexiones
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Intenta
describir de manera minuciosa la sucesión de los acontecimientos; analiza el
antes, el durante – haciendo especial hincapié en el momento crucial del
estallido silencioso del conflicto- y el después. Céntrate en hechos no en lo
que éstos te hicieron/hacen sentir.
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S T P P S P
A
O Definir qué OBJETIVO/S quieres
conseguir.
Sin
duda es una de las etapas más importantes en toda negociación. Si no sabemos lo que queremos alcanzar, daremos tumbos.
Antes
de sentarnos frente al otro debemos tener claro qué es lo fundamental para
nosotros, en qué aspectos podemos ceder y qué estamos dispuestos a incorporar.
El
punto de llegada ha de estar bien marcado en el mapa; los caminos para alcanzarlo podrán variar.
En
esta fase define de manera contundente y realista qué es lo que quieres conseguir o solucionar, cuales son tus metas
y también tus mínimos,
aquello que sí o sí no será negociable. Para ello:
¿Qué quieres
realmente conseguir?
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Anota
tus reflexiones
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Sé
conciso. La exposición de ideas breves suele ayudarnos a centrar las discusiones.
“quiero participar en este
proyecto”, “quiero asistir a un curso”, “quiero aclarar mis funciones”,
“quiero que se cumplan los plazos”, “quiero compartir responsabilidades”,
“quiero que me ayude”, “quiero llegue a su hora”
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Te sugiero que:
- Comiences por
una meta pequeña; cuando domines el método podrás ampliar tus objetivos.
- Incorpores a tu
discurso -tomando como punto de partida la fase anterior- cómo te hubiera
gustado que sucedieran las cosas en el pasado, incluso cómo quieres que se
desarrollen en el futuro. Estas reflexiones serán una excelente
introducción en vuestra “conversación pendiente”.
- Si del análisis
anterior concluyes que el conflicto es irresoluble, en esta fase y las que
siguientes, has de centrarte en minimizar el impacto que éste tiene en ti.
S T O P
S P A
P PENSAR qué acciones
puedes poner en marcha.
Tienes
claro tu objetivo pero ¿sabes qué hacer para conseguirlo?.
Si
a la negociación llegas con un montón de exigencias, una meta estupenda por
alcanzar y sin alternativas de
colaboración… mal vamos.
En
esta fase has de plantearte muy seriamente qué vas a
poner encima de la mesa para alcanzar TU objetivo: acciones realistas cuya
consecución dependa fundamentalmente de ti (tu parte de esfuerzo).
Por
ejemplo si quieres asistir a un curso muy específico, que ya has solicitado y
te ha sido denegado generando una gran tensión; en la
próxima reunión con tu responsable tal vez puedas proponerle recuperar
horas de trabajo; preparar una sesión interna de formación para el resto de colaboradores
de tu departamento o presentar una ponencia conjunta sobre el tema (interna o
externa)… ¡a ser persuasivo!
Si
presentas tu objetivo como interesante y atractivo para la otra parte, tendrás
un buen trecho ganado.
¿Qué
acciones puedes poner en marcha para conseguir tu objetivo?
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¡Ojo!
Aún estamos definiendo medidas, nos queda evaluar los posibles resultados de
cada una de ellas; elegir la mejor, diseñar su puesta en marcha y cerrar el ejercicio
con la evaluación final…. Pero eso será en el próximo post. Mientras tanto sigue practicando.