Tras
el juego de palabras se esconde toda una filosofía empresarial.
La
mayoría de las organizaciones esperan que sus empleados estén alineados con la estrategia, que compartan sus principio,
valores y objetivos pero, ¿lo desean
realmente, o más bien requieren que se siga al CEO hasta el infinito y
más allá, sin dudas y sin rechistar?
No
se puede generalizar. Afortunadamente hay empresas que apuestan por lo primero
y hacen evidente este principio. Pero otras…
Hace
ya algunos años llegó a mis manos una propuesta de
evaluación del desempeño en la que se pretendía valorar, entre otros
aspectos, la alineación estratégica del
candidato evaluado. Es más, se pedía al propio evaluado que presentara ante el
evaluador evidencias empíricas de la ansiada competencia.
Creo
que muchos de vosotros estaréis conmigo en que la propuesta era, a priori y en
el mejor de los casos, especial.
La
empresa en la que se quería implantar, era una organización con serios
problemas de liderazgo y comunicación; las encuestas de clima laboral que me
dejaron ojear mostraban resultados evidentes y demoledores: el descontento
aumentaba; el despliegue de objetivos empresariales había quedado en una
secuencia de propósitos no explicados, lo que hacía que fueran opacos para la
mayoría de empleados, a los que se les comunicaban los objetivos anuales muchas
veces sin explicarles en qué consistía realmente su contribución al logro de
los mismos; se ponían en marcha proyectos, nuevas líneas de productos, comités
participativos que eran conocidos únicamente por los participantes…
En fin, una estructura en la que difícilmente se podía asegurar, así con un simple vistazo, que sus empleados estuvieran alineados con la estrategia, simplemente porque ésta no existía o de existir no era en absoluto conocida.
2. Reformula el despliegue de objetivos.
a. Por qué se han fijado esos objetivos y no otros tanto para el departamento como para él/ella.
b. En qué medida es importante que éstos se cumplan.
3. Deja espacio para la innovación y las iniciativas que os ayuden a mejorar resultados.
Imagen: PixabayEn fin, una estructura en la que difícilmente se podía asegurar, así con un simple vistazo, que sus empleados estuvieran alineados con la estrategia, simplemente porque ésta no existía o de existir no era en absoluto conocida.
Siendo
el descontento tan evidente ¿qué se quería conseguir realmente con esta
evaluación? Posiblemente acallar voces disonantes. No lo sé.
Cuando
se dirige, en ocasiones resulta difícil encajar las críticas, sean o no
constructivas.
Hay
quienes aparentemente desean estar rodeados de un equipo cohesionado e involucrado cuando lo que esperan en realidad es que éste se
convierta en su coro de palmeros.
Si pretendemos que nuestros colaboradores se alineen con la estrategia empresarial, tenemos
que trabajar duro, más que decir cosas (sin
duda importante) hay que hacer cosas; lo dicho y lo hecho deben fluir en
armonía, en consonancia.
La
incoherencia se detecta a la legua y es un ingrediente que en cocción lenta
produce un gran suflé.
Si eres de los que realmente quieres la alineación estratégica de tus colaboradores, ahí van tres sugerencias:
1. Explícales
claramente cuál es la misión, visión y valores de la empresa y lo que es más
importante, del área de la que eres responsable.
Muchas
veces esto se da por supuesto. No lo hagas, dedícale el tiempo necesario a
establecer esa unión entre lo que hacéis y por qué lo hacéis.
2. Reformula el despliegue de objetivos.
No
des por sentado que unas líneas en un papel, en una presentación o en un
dossier sobre objetivos generales de la compañía son suficientes para que tus
colaboradores sepan:
a. Por qué se han fijado esos objetivos y no otros tanto para el departamento como para él/ella.
b. En qué medida es importante que éstos se cumplan.
Debes
ser capaz de concretar, de hacer entender al colaborador cómo su aportación, su valor añadido
es fundamental para que los resultados se consigan.
3. Deja espacio para la innovación y las iniciativas que os ayuden a mejorar resultados.
Ese
sin duda será un indicador de que vas por el buen camino, de que tus
colaboradores tienen claro donde queréis llegar y por qué.
No
todas las propuestas podrán ponerse en marcha; explícales el motivo de no
hacerlo: por tiempos, por prioridades, por recursos… todo menos “porque no y punto” (tanto explícito como
implícito).
Ahora
bien, si lo importante es que tu equipo te siga cual capataz de plantación algodonera… no te molestes, y sobre todo no les engañes: no
quieres que estén alineados, sólo alienados y ellos lo saben.
¿Qué
opinas tú?