¿Quien
no ha visto alguna de las múltiples versiones cinematográficas del Cuento de
Navidad de Dickens? ¿Quién no ha odiado al huraño Mr. Scrooge, un ser carente de
empatía y generosidad, mezquino y arrogante, con nula inteligencia emocional y
social? ¿Quién no ha temido a esos tres fantasmas que aparecen en su vida, seres
que hacen que Mr. Scrooge mire de frente lo que es, los errores cometidos y de no modificarlos en
qué se convertirá?
Cada
una de las apariciones son en sí mismas magníficas sesiones de coaching que
permiten al personaje centrarse en los aspectos que debe modular y modificar
para avanzar, consiguiendo -tras presentar la oportuna resistencia al cambio- convertirse en una
persona más completa.
Como
Mr. Scrooge, todos tenemos lo que la vida y
nosotros mismos nos hemos forjado a base de elecciones y renuncias,
suerte y tesón, actitudes, relaciones, adhesiones y abandonos.
Ahora
que la Navidad está a la vuelta de la esquina, más bien a dos pasos de ti, te
propongo que también tú, si quieres, te “sometas” a una sesión de autocoaching.
¿Te
apetece? Bien, pues comenzamos…
Y lo haremos partiendo de las Navidades Presentes.
En
un derroche de imaginación quiero que, en primer lugar, dibujes “el taburete sobre
el que sostienes tu vida” para una vez definido, puedas evaluar si en estos
momentos está o no equilibrado.
Este
taburete ha de estar formado por:
-
Un asiento: círculo donde escribirás lo que sí
quieres que esté en tu vida, tus deseos.
¡Cuidado!
Haz afirmaciones positivas, ya que normalmente, sin darnos cuenta, formulamos deseos que engloban aspectos
negativos: “no quiero fracasar”; “no quiero estar sólo”;”no quiero estar
enfermo”;”no quiero continuar en paro”;”no quiero vivir estresado”; estos
mensajes se trasladan a nuestra mente como “fracaso”,
“soledad”,”enfermedad”,“paro”,”estrés” condicionando nuestras actuaciones
futuras.
En
ese núcleo vital todos situamos entre otros: trabajo, amor, serenidad, salud,
seguridad, equilibrio…; no tengas prisa, ni seas tacaño con tus sueños. Cuantos
más mejor.
Ya
tienes lo que quieres. Cuando internamente y de manera clara y contundente
identificamos lo que queremos, se activa un resorte que nos hace dirigirnos
hacia ello. Nos mueve lo que nos motiva.
+
4 patas: cada una representará un ámbito (el personal,
el familiar, el social y el profesional) sobre el que debemos actuar. Lo ideal
es que todas tengan la misma longitud, porque de no ser así… ¡vaya asiento! serviría
de decoración pero para poco más ¿no?
Pregúntate si en estas Navidades Presentes necesitaras
sentarte en ese taburete ¿las patas estarían equilibradas y te sostendrían? o
por el contrario como le pasaba a Mr. Scrooge ¿estarían descompensadas con el
peligro de acabar cayendo? Si este es el caso, elige la pata que más cojea
porque con y en ella vamos a trabajar.
Por ejemplo, puede que hayas descuidado el
ámbito personal; tienes la sensación de que al día le faltan horas y todas las
empleas en lo demás y en los demás. Estas estresad@. Cuando te miras en el
espejo sólo ves ojeras, michelines y cada viernes sacas del maletero del coche
la bolsa de deporte sin haber usado su contenido. Necesitas tiempo para ti. Te
estás perdiendo.
Vayamos ahora a las Navidades
Pasadas.
Compara lo que has definido y con lo que
cuentas en el presente, con aquello que tenías hace un año y evalúa en qué has
mejorado, empeorado y qué es lo mantenido.
Repasa los objetivos que te fijaste para el
Nuevo año y cómo has distribuido tus esfuerzos y energía porque en ello estará
la clave: no cometer los mismos errores.
Siguiendo con el ejemplo: tal vez hace un
año ya te encontraras cansad@, incluso comenzaras varios planes de acción para
mejorar tu estado físico y anímico: apuntarte al gimnasio, una alimentación
sana, recuperar tiempo para tu afición favorita… Demasiadas cosas, demasiado
ambicioso. Con el paso de los meses primero dejaste de asistir a las clases de
pilates, después te deslizaste por los placeres del picoteo y cada vez que
deseabas pintar, escuchar música, leer… eran las 11 de la noche y estabas
exhaust@ o simplemente volvías a anteponer el resto de obligaciones (terminar
el informe, preparar la cena, hacer la compra, ayudar a los niños con los
deberes…).
Si para el 2013 repites la estrategia, sabes
que obtendrás el mismo resultado; eso sí con menos fuerzas, más quemad@ y con la
patita aún más corta. Por eso para ser alcanzado en las Navidades Futuras…
Fija un objetivo (recuerda:
solo uno y para la pata más corta):
-
Que sea
realista, concreto y de formulación sencilla;
en el ejemplo “Voy a dedicar 1 hora a la
semana a dar un largo paseo”.
-
Debe ayudarte a conseguir alguno de los elementos que has incluido como indispensables en tu vida (en el “asiento”);
continuando con el ejemplo: “esa hora
caminando me aportará serenidad y
mejorará mi salud”.
-
Piensa con qué recursos cuentas (propios y ajenos). “ese paseo lo daré el fin de semana”.
-
Revisa
periódicamente si lo cumples o no para
introducir las correcciones necesarias.
Diseña el plan de
acción:
-
¿Cuál
va a ser tu primer paso? “Delegar en los
demás miembros de la familia el hacer la compra semanal”.
-
¿Cuándo?
“Daré el paseo mientras ellos realizan las compras”.
-
¿Con
quien? “Iré sol@, así tendré tiempo para
serenar la mente” o “puedo quedar con Jorge, así podremos charlar y será un
tiempo dedicado a los amigos” con esta segunda opción estarías “matando dos
pájaros de un tiro” pero insisto, encuentra la fórmula que mejor se adapte a
tus circunstancias.
-
¿Qué
harás si no vas bien? “cambiar el día”.
Con esto termina tu viaje. Es posible que
hayas detectado muchas áreas de mejora; eso está bien pero no quieras
arreglarlas todas; recuerda que un largo camino comienza con único y primer
paso. Durante el 2013, si flaqueas en el objetivo marcado, recuerda a Mr. Scrooge…