Hay
personas que a pesar de haber sufrido situaciones personales y profesionales muy duras, salieron de ellas
airosas y fortalecidas; supieron reorganizarse, rearmarse, resistieron la
presión y pese a lo adverso de la experiencia, no sabemos cómo, pero fueron
capaces de continuar haciendo las cosas de manera correcta (en ocasiones con
todos los elementos en contra).
Si
somos espectadores o compartimos la vivencia con ellas, decimos en corrillos “no sé cómo lo puede resistir” “cualquiera
en su situación acabaría psíquicamente mal”. Les admiramos. Es para
admirar. Son personas resilientes, que por avatares de la vida han aprendido e
interiorizado que “lo que no mata te hace
más fuerte”. Son auténticas “aves fénix”.
Imagen: Pixabay |
Dedica tiempo a mirar en tu interior. Descubre cuales son tus fortalezas
y tus debilidades. Sé tu mejor crítico. El más severo. Cuando sabemos “de qué pie cojeamos” y cuales son
“nuestras virtudes”, es más sencillo que aceptemos las críticas en su justa
medida y que las hechas con “mala baba” nos resbalen. Al conocernos mejor
identificamos más claramente nuestras necesidades y motivaciones –lo que nos
impulsa- y nuestros miedos –lo que nos paraliza-.
Aumenta tus niveles de autoestima. Vales más de lo que crees. En vez de centrarte en tus carencias,
potencia tus virtudes. Todos tenemos un talento oculto; la mayoría de las veces
nos hemos encargado de ocultarlo tanto que creemos que no existe. Es mentira. Cada
uno de nosotros poseemos algo (cualidad, habilidad, conocimiento…) que nos
diferencia y que realizamos mejor que los demás. Confía más en ti.
Aprende a reírte de ti mismo y de los errores que puedas cometer. El sentido del humor ayuda a relativizar. Nos
tomamos a pecho demasiadas cosas y no todas son vitales.
No eres una isla, no actúes como tal. Interésate por lo que acontece a tu alrededor, comprométete y ayuda
a las personas que están a tu alrededor. A veces simplemente necesitan que las
escuchemos. Dedica tiempo a la escucha activa e intenta desarrollar la empatía.
Tú también necesitas que la ejerzan contigo. Cuando uno cae es muy importante
poseer una fuerte red que le sostenga. Dedica tiempo a tejer la tuya.
Abandona el rol de “pegatina
adherida al problema”. Sé
resolutivo. Observa el obstáculo o la situación estresante; piensa qué parte
puedes abordar y actúa; que no te paralicen ni el miedo ni el esfuerzo; aprende
a dejar de lado, para otro momento, lo accesorio o lo que no puedas solucionar
por tus propios medios.
Intenta ser optimista y a pesar de sus sinsabores trata de
aprehender algo positivo de cada situación, siempre lo hay, sólo tienes que
buscarlo.
No
existen fórmulas mágicas que nos den la
vuelta como a un calcetín, pero sí técnicas probadas que posibilitan la
construcción de una imagen más sólida de nosotros
mismos. Es ahí donde reside la fuerza que cuando llegue el momento nos permitirá “resurgir de nuestras cenizas”.